21 de septiembre de 2009

Já!

Aún con la traición rodeándome
conozco aquellos fiables
a los que otorgo mi confianza.

No existe arma
hechizo ni conjuro
capaz de destruir
mi autodeterminación.

Idiota aquel insulso mortal
que tal cosa ose realizar.

Dónde quedaron los deseos
escritos en una carta
convertida en cenizas
llevada por el viento
quedaron en mi mente
y en mi pensamiento
mi corazón alimentando
y de él sobreviviendo.

Al cielo grito y clamo
que mis deseos se cumplirán
ni dios ni demonio ni mortal
impedimentos pondrán.

Lo que deseo es justo
lo que deseo es compartido
y con el amor de mis deseos
no existe espada ni escudo
que no se doblegue ante ellos.