25 de mayo de 2009

Desolación

Por fin amanecía.
No es que el Sol hubiera muerto pero por fin el polvo del aire dejaba paso a la luz.
No era un Sol cálido, ni su luz era viva. Era un Sol desolador, que hacía meses que no dejaba ver sus rayos.

Mire hacia abajo. Podía ver la ciudad desde dónde estaba.
Bueno, mas que la ciudad, sus restos, las ruinas que habían quedado, detrás de nuestros actos.

Aún recuerdo como si fuera ayer, cuando todo esto comenzó.
Una simple casualidad, como tantas cosas en la ciencia, permitió a la humanidad conocer nuestra existencia.
Con algo tan tonto y simplón, como una pequeña linterna, podían descubrirnos.

Durante miles de años vivimos entre los humanos, nacimos y nos críamos como ellos, integrándonos, ayudados por la ocultación que nos daba ser aparentemente como ellos.

Pero esas malditas linternitas, pronto cambiaron la situación.
Rápido podían comprarse en cualquier sitio, y la gente nos descubrió.
Apuntarnos con ellas, y ¡flash! podían ver nuestra verdadera forma.

Yo fui de las primeras en ser descubiertas. Una niña jugando en un parque con las amigas, decidió apuntarme con una. Y rápido todos pudieron ver mis alas.

La gente gritando, señalándome, histérica, huyendo, o lanzándome cosas.
Y ya no podía volver a ocultarme. Esa linternita tenía no sólo la capacidad de sacar a la luz la verdad sobre nosotros, sino también nos evitaba volver a ser humanos.

Nunca hice daño a nadie, nunca hice nada malo a nadie...
Sólo intenté vivir una vida como una más.

Algunos de mis amigos ya sabían lo que yo era, por mi propia iniciativa. Otros lo descubrieron después de ese incidente. A muchos, los perdí, y otros, lo aceptaron.

El odio no tardó en enrraizar. La humanidad, se dividió en dos, los que querían exterminarnos, y los que querían que siguiésemos como antes de ese invento, haciendo vidas normales.

Pero la humanidad, tiende al odio. Y la guerra estalló. Y no tardó en demostrarse, que sus armas, no podían matarnos.

Aún así, no se detuvieron, y nos vimos obligados a combatir, en una guerra, injusta por definición, en la que sólo cabía un final.

Nos atacaron con fiereza, y tuvimos que defendernos. Pero usaron todo su material bélico. Primero armas convencionales, y finalmente nucleares.

Se autodestruyeron, y destruyeron el planeta con ellos.

Los soldados, y civiles, que quedaron después de las nucleares, insistieron en seguir combatiéndonos. Pudimos salvar unos pocos de los que no querían destruirnos, y yo misma, tuve que matar a otros cuantos de los que sí.

Miré mi espada, aún tenía las manchas de su sangre.
Y yo, me sentía más sucia aún.

Bajé planeando con mis alas hasta el suelo, e hinchada de rabia, corté el poste de una farola, que aún se mantenía en pie, gritando.

Tanto dolor, tanta desolación, no podía soportarla...
Caí al suelo, llorando, y vi una calavera, mirándome, como entristecida.

Todo el planeta yacía así, cubierto de esqueletos, la mayoría radioactivos, de los miles de millones de humanos caídos.

Toda la naturaleza, y la fauna muerta. Cuando no por las bombas, la radiación, no nuestra defensa... el invierno nuclear.

Alcé la vista al horizonte. El Sol levantándose entre las grises ruinas, abriéndose paso por las nubes radioactivas, y el polvo de los escombros.

Volví a mirar la calavera, y pude percibir, lo poco que quedaba del aura de su dueña. Era aquella niña, que en su día, descubrió mi máscara...

20 de mayo de 2009

Saber

quisiera saber
la razon del motivo
la existencia del por que,
y la causa del ser.

el caminar
paso a paso
de una mariposa
huevo
larva
belleza.

creacion
perfecta
o imperfecta.

pureza del ser
impureza del yo.

17 de mayo de 2009

Rechazo

No conozco el amor
ni lo deseo
no recuerdo la felicidad
ni la añoro.

No se qué se siente
al caminar
con alguien de la mano
pues prefiero mi soledad.

No existe
ni existirá
hombre o mujer
capaz de llegar a mi corazón.

Sólo un vacío
rodeado de oscuridad
la incertidumbre sin fin.

Dónde quedaron los sentimientos
de una tan lejana infancia
las alegrías, esperanzas
y deseos,
de aquella niña.

La oscuridad
se los tragó
y tras de sí
sólo oscuridad dejó.

No quiero saber
no deseo conocer
los sentimientos
el amor ni la amistad
sólo yo
y mi oscuridad.

14 de mayo de 2009

El camino

El camino,
es un lugar
que se hace recorriendo.

Es una vida
que se hace sonriendo.

Es el sentido
la razón
y el por qué de la existencia.

La meta
es efímera.

Nos pasamos la mayor parte del tiempo,
en el camino
pero la meta,
simplemente es.

Por eso el camino,
ha de ser sonrisa
felicidad y alegría
compartir todo esto
con nuestras amistades
acompañarlas en sus caminos
mientras ellos
nos acompañan en el nuestro.

Éste es el sentido de la vida,
vivirla
caminar
y crear el camino
a cada paso
sonrientes y felices.

Kae-chan,
llora,
pero de felicidad,
pues cada lágrima de tristeza
es una rosa que matas en tu camino
y cada lágrima de alegría
son diez rosas que crecen en él.

Anímate,
sigue adelante hasta el final.

13 de mayo de 2009

Rozen

La belleza de una flor
se encuentra no sólo en su forma
ni su olor.

Es el espíritu
de aquel que la admira
el que crea esa belleza.

La dulce sensación
de la caricia del viento
sobre mi piel
rodeada firmemente por tus brazos.

Qué es el amor.

Aquello que se consigue
sin querer ni pretender
y sustituye todo lo que somos
y creemos
por algo nuevo
distinto
y aparentemente extraño.

Dónde está la verdad
de este mundo
sino en el sentimiento
del corazón.

Esclava

Quiero dejar claro ante todo,
que ésta historia no la he escrito,
pensando en nadie nyu.

Es algo que llevo masticando en mi cabeza,
más de tres meses nyu.

No se si os gustará,
u os parecerá demasiado rara,
o demasiado provocativa nyu.

Tampoco sé si la continuaré o no.

Es una historia difícil,
y en la que he puesto mucho,
para escribirla nyu.

Bueno, espero que os guste:

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Abrí los ojos, y la fuerte luz de una lámpara florescente me cegó.
Poco a poco fui recuperando la visión, y me encontré en una amplia sala blanca.

Estaba tumbada, en una especie de cama, o sillón, no supe distinguirlo.
Me encontraba firmemente atada, y cualquier intento de moverme, sólo resultaba doloroso en mis ataduras.

Tampoco podía gritar, tenía algo puesto en la boca, que no me dejaba emanar el más mínimo sonido.

Poco después de despertarme, entró una chica en la habitación, supongo que por detrás mía, pues no vi por dónde lo hizo.

En el tiempo que dedicó a preparar una mesita, con una serie de herramientas, que no llegaba a ver, pude observar con detenimiento cómo era.

Alta, esbelta, de cabello rojo brillante, seguramente teñido.
Llevaba una especie de cadena de oro desde la nariz hasta la oreja, y un bikini en forma de triángulo dorado, acompañado de un tanga.
También llevaba brazaletes, pulseras, y perneras, como de minicolgantes, también de oro.
En sus pies, unas cuñas de corcho, doradas con una cuerda, bien apretada hasta el muslo, y un anillo en cada uno de sus dedos índice.

Lo que más me asombró, de su extraño y provocados aspecto, fue un collar.
Un grueso collar de oro, con un cascabel colgando, y grabado un nombre, que no me dio tiempo a ver.

Se acercó a mí, con una jeringa en la mano, y pude ver que tenía una especie de marca en la barriga, a la derecha del ombligo.
Intenté gritar en vano, y sentí rápidamente la aguja penetrando mi brazo.

Inmediatamente me invadió un curioso sopor, me sentía inmóvil, e incapaz de hablar, y todo el contacto de mi desnudo cuerpo, con el aire y la cama a la que estaba atada, me proporcionaba un extraño hormigueo

La chica comenzó a trabajar con sus herramientas, básicamente, una serie de agujas.

Lo primero que sentí fue como me colocaba algo en la oreja derecha, y luego una aguja me atravesaba la parte izquierda de mi nariz.
Fue una sensación extraña mezclada entre dolor y placer, supongo que por estar drogada.

La sensación se vio rápidamente extendida a ambos pechos, y posteriormente al ombligo.

Cuando pensé, que ya habría acabo, debió tocarle el turno a mi vagina, y el dolor, y a la misma vez, el placer, fue tan inmenso, que aún amordazada seguramente debió oír mi gemido, pues se giró hacía mi.

Otra chica apareció en la habitación, y colocándose de frente mía, empezaron a moverme en la camilla que me encontraba atada, hacia otra habitación.

Al adentrarnos en esta habitación, había dos chicas más. Todas vestían prácticamente igual, variando quizás el peinado, forma o color del bikini.

Reclinaron la silla, y pude sentir un cosquilleo en los pies, las piernas y los brazos.
Supuse, que me estaban vistiendo, o enjoyando.

Entre dos de ellas, me desataron y levantaron, y manteniéndome en pie sujeta de los brazos, las otras dos, me vistieron la ropa que no era práctico ponerme acostada en aquella silla, o camilla.

Ya no tenía nada claro, lo que estaba ocurriendo.

Me giraron hacia el otro lado de la habitación, fue bastante incómodo, no podía mantener la cabeza recta, ni sostenerme sobre mis propias piernas.
Mi peso, recaía en mis brazos, sobre las manos de dos de ellas.

Al girarme, me pusieron frente a un espejo, y atónita, pude ver lo que habían estado haciendo.

Me habían vestido exactamente igual que ellas, con distinto peinado, y el bikini en rojo brillante, igual que me dejaron el color del pelo.

El espejo, se abrió, como una puerta, y de ella salió una mujer, totalmente vestida de negro, y de ropa muy ajustada, con una brillante melena rubia.

Se acercó a mí, y levantándome la cabeza con dos dedos en la barbilla, susurró "ahora eres mía, Shizu".

Una de las otras chicas, le dio un collar, como los que llevaban todas, que tenía escrito "SHIZU" en una letra manuscrita bastante bonita.

No entendía lo que estaba pasando, el miedo recorría cada fibra de mi cuerpo.
Por qué estaban haciendo eso, por qué me habían drogado, y vestido como ellas.
Qué significaba ese nombre, ese collar.
Quién era esa mujer.

Me puso el collar, y lo apretó con firmeza. Oprimía.
Me quitó la mordaza, pero por más que quise gritar, la droga, me impedía emitir el más mínimo sonido.

La última chica, le dio una vara de hierro, que se encontraba al rojo vivo.
Empecé a hacerme una idea. La marca en el estómago de estas chicas.
La vara al rojo. No tardé en darme cuenta, de lo que tampoco tardó en ocurrir.

Puso la vara al rojo vivo en mi estómago.
El dolor fue muy intenso. Más grande que nada de lo que había experimentado hasta el momento.
Y por la droga, así fue también el placer.

Eso me confundió mucho. Dolor, y placer.
Todo el dolor que me causaba me proporcionaba un placer similar o mayor.

Me soltaron, marcada y con collar, poco a poco, y quedé de rodillas, mirando al suelo.

La misteriosa mujer, sin inclinarse ni mover un ápice, dijo con firmeza.
"Ahora, eres Shizu. Ahora eres mi esclava. Y de ahora, en adelante, yo seré tu Maestra"

8 de mayo de 2009

Nocturnos pensamientos

Entré corriendo en la casa, cerrando de un portazo la puerta tras de mí, jadeando, histérica.

No podía creer lo que había hecho, cómo había podido llegar a eso.

Me tiré en el sofá y arrastré hacia mi la gran mesa de cristal que tenía en el salón.
Coloqué sobre ella mi bolso, y de él saqué una pequeña bolsita blanca, una tarjeta de crédito y un billete de 20 euros.

Lo deposité con cuidado, justo enfrente mía.

--No puedo creer que haya cometido tal acto.--- Dije para la oscuridad de mi salón.

Abrí delicadamente la bolsita, y comencé a volcar parte de su contenido encima de la transparente mesa. Miré de reojo la cantidad, y sonrío, satisfecha, complacida.

Cojo la tarjeta y con cuidado me dispongo a aplastar los granos gruesos, del pequeño polvo blanco. Terminada la operación, los junto, y coloco, en fila india, como una linea indicándome el camino a seguir.

--Esto es como ir en bici, nunca se olvida.--- Pensé para mi misma

Hacía mucho, no, muchísimo tiempo, que no hacía esto. Años atrás lo hacía a menudo, me calmaba, me relajaba y me ayuda a olvidar el dolor que me consumía.

Un día, dejé de necesitarlo, y dejé de hacerlo. Pero ahora lo necesitaba, después de lo que hice, lo necesitaba con toda mi alma, y todo mi cuerpo.

Enrollé el billete, y colocándolo en mi nariz, inclinado, apuntando hacia esa pequeña línea blanca dibujada sobre el cristal de la mesa, aspiré, con toda mi fuerza.

---Ahora me calmaré.--- Susurré

Sentí como bajaba por mi garganta, el ardor ácido en la nariz, el cosquilleo por la comisura de los ojos.

Me había aplicado el doble, no, el triple, de lo que acostumbraba a hacer antaño.

Me recosté en el sofá, y empecé a viajar, a ver, a recordar.

Me vino a la cabeza, cuando éramos niñas, ella y yo, y corríamos por el patio del colegio, haciendo idioteces y molestando a los chicos.

El beso que le dí por primera vez, en aquella fiesta de nuestra juventud, borrachas, jugando a la botella, y el extraño brillo en sus ojos al terminarlo, sin contar, la cara de extrañeza de nuestros amigos.

---Jajajajaja.--- Reí

Recordé toda aquella época, en la que me alejé de ella, me metí en malos rollos, y en las drogas. Sin embargo, cada vez que tocaba fondo, y fueron muchas las ocasiones, ella estaba siempre allí, para ayudarme.

Nunca olvidaré sus lágrimas, mirándome desconsolada, mientras yo, inmersa en mi adicción, no sabía ni escuchaba lo que me decía.

---Esta mierda es buena.--- Pensé

Aquel maravilloso día, que me dijo, que dejase toda la mierda, que quería salir conmigo, y fue como despertarme de una pesadilla. El colocón, se me pasó de inmediato en ese momento, y fue tan fuerte el abrazo que le dí, y el grito que pegué afirmando su pregunta, aceptando su oferta, que estuvo días con un moretón.

Pero finalmente, apareció en mi cabeza. Lo que hice hace unas horas.

Eché a llorar, tales fueron mis gritos, y mis lágrimas. Mi desesperación. Me consumía. Pensé que me iba a relajar, pero más bien parecía todo lo contrario.

---¿Por qué lloras?--- Escuché, de una voz familiar.

¡No! No podía ser ella.

---Lucy, cariño, ¿por qué lloras?--- Volví a oir.

Debía ser una alucinación. No podía ser cierto lo que mis oídos contaban.
Me levanté, asustada, y me giré lentamente, a buscar, el origen de esa familiar voz, pues ella, no podía ser...

CONTINUARÁ

3 de mayo de 2009

Lámpara de Mercurio / 水銀灯

Sólo soy un pequeño ángel,
caída del cielo,
rodeada de su propia oscuridad,
caminando lentamente,
en busca de su amor,
por este pequeño,
e injusto mundo.

Perdí mi luz,
por los horrores de la humanidad,
aprendí que es el odio,
por las traiciones,
de aquellos que llamé amigos.

Busco el final de este juego,
el retorno de la luz,
el fin de mi oscuridad,
pero he de afrontar,
que tal cosa no existe,
he de encontrar,
otro ángel como yo,
caída también,
para caminar juntas,
en nuestra oscuridad.

No lamento nada,
de lo que he hecho,
ni de lo que he dicho.

Luna.
Tsuki.