21 de febrero de 2010

Desolación, 2ª parte

No se cómo terminará todo esto, pero quizás, será mejor que empecemos desde el principio.

Me llamo Esmeralda, aunque aquellos que una vez consideré mis amigos me llamaban Esmi. Llevo 27 años en el mundo humano, e incontables miles de ellos en mi forma natural. Aunque aún estoy recuperando mis memorias.

Cuando estalló la guerra, o quizás deba decir, la masacre, residía en la ciudad de Madrid, en la zona central norte, dónde trabajaba sirviendo copas en una discoteca.

A la temprana edad de 16 años descubrí la realidad, mi realidad, la realidad del mundo. Descubrí que podía ver la forma real de la gente, las auras como las llamaban los humanos. También podía ver a aquellos seres no encarnados, espíritus, fantasmas, cualquiera de esos términos se les podría aplicar en realidad.

Esa realidad, me asustó más que gustarme. Era una sensación extraña, era como ver a la gente desdoblada, su cuerpo humano, y encima, vaporoso y transparente, su verdadera forma.

Tardé varios años en aceptarlo, y sobre todo, en aceptar mi verdadera forma, la forma con la que me ves ahora. Descubrí, que en realidad, era algo mas alta y esbelta, con los ojos fuertemente achinados, de color purpúreo, con las orejas en una posición más horizontal, afiladas y casi tan largas como la palma de mi mano. La piel era un gris azabache, la cabeza tenía una especia de protuberancia ovalada hacia atrás, mas que ser redonda como la de un ser humano, y de ella me caía una larga melena mezcla de un azul y un blanco muy brillantes, muy eléctricos, formando extrañas lineas en mi cráneo.
De mi espalda salían una especie de protuberancias, como alas, de una composición fina e iridiscente, que cambiaba de color según mi estado de ánimo y la luz que se reflejase en ellas.
Las manos las tenía finas, de dedos alargados, ligeramente palmeados y terminados que parecían garras, o quizás pinchos.
Los pies los tenía muy similares, inclinados, apoyándose solo sobre la parte frontal de la planta del pie, con una especie de sexto dedo, saliendo de la parte trasera, que indudablemente, más le confería un aspecto de garra animal que de pie humano.
El resto del cuerpo era mucho más similar al de una hembra humana, excepto por la total ausencia de órgano reproductor.

Eso me resultó muy curioso al principio, ya que no entendía como podía reproducirse mi raza, sin nada predispuesto para ello. Poco después de ser el objetivo de aquella niña, recordé como lo hacía, algo que ya contaré más adelante.

Descubrí en el mundo muchos seres extraños, algunos de ellos ya descritos por la mitología humana. Siempre pensé que en medio de la fantasía había algo de verdad, y desde aquel día no me quedó duda.

Cómo has podido comprobar, existen los ángeles, demonios, hadas, duendes y todas esas figuras, antaño fantásticas, de los libros mitológicos.