2 de diciembre de 2010

Palabra

Cojo un diccionario y busco la palabra,
pero no la encuentro,
cojo otro diccionario,
pero tampoco está allí,
desisto,
no quedan lenguas a esta humanidad,
no quedan diccionarios,
escritos, impresos o desconocidos,
dónde buscar esa palabra,
que te represente,
dónde encontrar ese término,
que te denomine.

A la luz de una candela,
pluma y tinta tomo,
y garabateando me sitúo,
una palabra tras otra,
de un idioma tras otro,
pero mi memoria me traiciona,
como antes diccionarios.

Pienso,
más fácil fuera,
tus virtudes escribir,
que en una sola palabra entornarte,
y comienzo,
página tras página,
pergamino tras pergamino,
papiro tras papiro,
y sin fin,
sin plumas y sin tinta me quedo,
sin soporte pues hasta la mesa,
escrita hállase.

Clamo al viento lo que siento,
grito al cielo tu nombre,
y éste furibundo de envidia,
truena y relampaguea,
pues de él escapaste,
cuál ángel a la tierra,
y allí reclaman tu pertenencia.

Más no es justo tan mortal sentimiento,
en tan inmortal alma,
que con palabra no te describe,
y con tinta no te escribe,
pues prendada estoy,
inmersa en tu mirada,
hundida en tu sonrisa,
muerta en tu nombre.

Sí, muerta, pues al cielo clamo,
no te lleven,
y mi alma entrego a los infiernos,
si existe palabra que te describa,
y yo no la he encontrado,
si existe término que te denomine,
y yo no lo he hallado.

Pues, tal es mi fe,
que tan bello ángel no posee,
ni término,
ni palabra.

29 de noviembre de 2010

Feliz cumpleaños Karochan

para empezar feliz cumpleaños
y ojala alguien te regale esa alegria que repartes
esa felicidad que das a la gente que quieres
y ese apoyo
que hace que la vida sin tu amistad
no sea lo mismo
ojala otro año mas
estemos juntas
para poder compartir nuestros momentos
ojala tengas muchos años
para dar y repartir ese enorme corazon
y ese alma de grandeza que ni te cabe en el cuerpo
porque no es que te hagas mas vieja
sino mas experimentada
y con mas gente a tu alrededor
que sabiendolo o desconociendolo
tiene ese granito de arena
que tu les has dado
que hace que su vida tenga un toque mas feliz
felicidades karochan :p
nyu ^^

6 de junio de 2010

Caminantes de la noche

-- ¡Basta! Ya estoy harta, me largo de aquí.

Fue lo último que dije antes de abandonar mi casa. Llevo horas caminando y no se ni dónde estoy. Pero cualquier lugar, es mejor que allí.

Las calles son oscuras, y lóbregas, alumbradas por unas farolas que denotan ausencia de mantenimiento. La noche es cerrada, y tengo frío, de las prisas salí sin coger ningún chal.

-- Una señorita como tú no debería andar sola a estas horas -- me sobresaltó una voz masculina a mi espalda.

Me giré y di un paso atrás de un salto. Bajo una farola ahora enfrente mía, estaba él, un chico joven, de pelo negro y lacio, ropa a juego y ajustada, con unas gafas de sol violetas a pesar de ser bien entrada la noche que no me dejaban ver sus ojos.

-- ¿Quién? ¿Quién eres tú?
-- Eso no importa cariño -- dijo, y según parpadeé, desapareció delante de mis narices

Inmediatamente sentí su mano, masculina, tersa, y fría como un témpano, recorriendo mi pierna hacia arriba, mientras su otro brazo me rodeaba la cintura.

-- ¿Cómo has hecho eso? ¿Qué.... qué haces? -- empecé a perder el control mientras se me cerraban los ojos.

Estaba siendo asaltada por un violador nocturno y simplemente no podía resistirme. Era hermoso, me resultaba hermoso, cómo recorría delicadamente mis curvas y me besaba en el cuello.

-- ¡Ay! -- exclamé, no era un beso, sentí un pinchazo en el cuello, y sentí, como si mi vida se escapase por él, como si una fuerza más poderosa que yo la arrancase a gotitas.

De repente, todo paró, en seco, y pude abrir los ojos. Le vi, delante mía, con las gafas de sol levantadas. Tenía el iris blanco, en contraste con sus pupilas negras y profundas, y la boca manchada de sangre. Algo me dijo que era mi sangre.

-- ¿Quién eres Alice? Eres distinta... -- susurró

No entiendo como sabía mi nombre, no podía articular palabra, me encontraba mareada y excitada, colgando sobre sus fuertes brazos.

-- Te llevaré con ellos, tienen que conocerte -- dijo justo antes de que la luz de las farolas empezara a desvanecerse. La debilidad estaba pudiendo conmigo, y finalmente, venció. Se hizo la oscuridad.

Lentamente pude abrir los ojos y vi la luz de una lámpara de lágrimas. Estaba tumbada, vestida, en una cama, rodeada por un grupo de chicas y chicos, todos vestidos de negro, el único color en sus diferentes gafas de sol, sus pelos, y en el maquillaje de las chicas.

No conocía de nada a toda esa gente, pero me hacían sentir tranquilidad, me sentía acompañada, como se supone que se siente la gente rodeada de sus amigos. Era algo extraño.

-- Por fin te despiertas Alice -- dijo el chico que ya conocía. Estaba enfrente mía a los pies de la cama.

Intenté incorporarme, con dificultad.

-- Cuidado, aún estás algo débil, has dormido casi un día entero -- dijo una chica alta, enfundada en un traje negro de volantes y falda ancha, con el pelo rojo vivo en una lacia melena que le llegaba hasta los pechos.

Resultaba increíblemente atractiva. No soy lesbiana, siempre me han gustado los chicos, pero ella, me excitaba con sólo mirarla. De hecho, todas las chicas y los chicos que rodeaban la cama sobre la que yacía, me resultaban terriblemente excitantes, y me inspiraban tranquilidad y confianza.

-- Mi nombre es Susana, -- se presentó la chica pelirroja -- bienvenida a mi coven Alice, te estábamos esperando.

-- ¿Coven? -- pregunté extrañada.
-- Somos una familia, una congregación, un grupo de grandes amigos, escogidos entre gente como tú, con tu dolor -- explicó.
-- ¿Mi dolor? -- imaginé que se refería a mi soledad -- ¿Cómo conoces mi dolor?
-- Robert, el chico que conociste en la calle, nos lo ha enseñado todo. Tus recuerdos, tus temores, tu dolor.
-- Pero... ¿cómo? no entiendo.
-- Pronto lo entenderás. -- me interrumpió -- Robert te ha traído aquí. Siempre estamos esperando a gente con tu dolor. Te ofrecemos nuestra amistad, quitarte ese dolor profundo que te carcome el alma, y vivir una vida feliz, y sin preocupaciones, cómo un miembro más de nuestra familia. -- parecía un ofrecimiento. Su voz era suave, melodiosa, hablaba como en susurros y no le vi si quiera mover los labios al hacerlo.
-- Es.... es una oferta interesante...
-- ¿Te sientes a gusto entre nosotros verdad?
-- Me siento acogida, feliz, como nunca lo he sentido.
-- Entonces, ¿aceptas mi oferta?
-- Sí... sí... acepto, ¿qué tengo que dar a cambio?
-- Sólo tienes que dejar todo atrás, abandonar tu actual vida, empezar una nueva con nosotros.
-- No tengo nada que perder, no me importa. -- Así era. Sólo una amiga, una familia insoportable, una casa que acababa de abandonar. No me quedaba nada en la vida y ellos me ofrecían todo lo que quería. Sentía que todo saldría bien.

Susana hizo un gesto con la mano y todos se marcharon de la habitación, excepto ella, tres chicas y tres chicos, entre ellos Robert.
Antes de que me dieran cuenta los seis estaban encima de la cama, mientras Susana miraba sonriente desde su inamovible posición, besándome, desnudándome suavemente, mordiéndome, bebiendo de mí...

Era algo maravilloso, me sentía conectada, como si mi vida fluyera hacía ellos, en un sinfín de pequeños orgasmos. Jamás había sentido nada así, y no es que fuera virgen, es que no creo que existiera nada mejor que eso.
Pero me estaban haciendo desvanecerme, mi vista se volvía borrosa, mi voluntad fallecía, y mis gemidos se apagaban, justo cuando...

-- ¡Suficiente, parad! -- intervino Susana, y ellos pararon, desapareciendo como los demás. Sólo quedábamos ella y yo, aunque cada segundo que pasaba, yo estaba menos allí, y más, con un pie en el mundo de los muertos.

Se acercó hacia mi como si flotase, se mordió la muñeca y la colocó entre mis labios, dejando que su sangre manase en mi boca.

-- Bebe, con esto te unirás a nosotros, serás parte de nuestra familia.

Al principio no tenía fuerzas suficientes para beber, pero después del primer trago empecé a sentirme con fuerzas, y bebí, bebí, ella fluyó hacia mi, en una dulce y maravillosa unión. Cuando creí que bebieran de mi era lo más maravilloso y existante me equivocaba, esto lo era aún más. Su sangre tenía un sabor dulzón, y empecé a saber, empecé a recordar, empecé a ver todo lo que ella sabía.
Y ella lo sabía todo, de mi, de Robert, del Coven.

-- Suficiente hija mía -- dijo dulcemente retirando su muñeca de mis labios.

Yo quería beber más, sentí el instinto de levantarme y seguir, pero no pude levantarme. El cuerpo empezaba a arderme, era insoportable. Sentía como si me estuviese quemando, como si un millar de diminutas llamas quemasen cada célula de mi ser, notaba el corazón, latiendo fuertemente, intentando ganarle un sprint a la muerte, y, de repente, se paró.

Todo había acabo. Parpadeé, incapaz de creerme lo que veía. Miraba a la lámpara de lágrimas del techo, y veía, cada corte en los cristales, cada haz de luz traspasándolos, formando innumerables arcoiris que se unían y se destruían.

-- Deberías mirarte -- susurró Susana, señalando un espejo de cuerpo entero en una esquina de la habitación.

Pensé en incorporarme, y, fue instantáneo, estaba delante del espejo. Mi cuerpo había actuado casi antes de que pensara lo que quería hacer con él.

Me miré, me observé, me analicé detalladamente. No era sólo mi visión lo que había cambiado. Yo había cambiado.
Mi piel se había vuelto blanca, lechosa, como la de todos ellos. Parecía brillar a la luz. Mi pelo, que siempre había sido de un rubio oscuro e indefinido, ondulado y con volumen, ahora se veía mas claro, con brillos plateados, y me caía lacio por los hombros. Mis ojos, antaño de un iris verdoso, ahora poseía el mismo iris blanco que observé en Robert.
Mis uñas y mis labios estaban pintados de un rojo vivo y mis ojos tenían una gran carga de sombra negra, me habían maquillado. Me vino a la mente el recuerdo de como Susana le ordenaba a otra chica, Cristina, maquillarme, y que ella lo había hecho mientras bebía de mi.

Resultaba increíble que hubiera podido hacer ambas cosas a la vez.

Todas las arrugas e imperfecciones de mi piel, mis ojeras, todo había desaparecido. Mis pechos se sostenían redondo y prietas, y mi vello corporal era absolutamente inexistente.

-- Debería vestirme -- pensé
-- Cristina ha ido a buscarte ropa, no tardará mucho -- contestó Susana. Oía lo que ella pensaba.

Antes de que pudiera preguntarme cómo lo había hecho, apareció en mi mente, como un recuerdo. Susana puede oir los pensamientos de todos sus hijos estén donde estén. Y ahora yo era también su hija.

Sonreí, y pude observar como mis colmillos se habían afilado y alargado. Indudablemente, servían para alimentarme.

-- Vampiros, eso somos -- pensé
-- Prefiero llamarnos caminantes de la noche -- volvió a sorprenderme. Supongo que me acostumbraré a que sepa lo que pienso.

Una chica entró por la puerta con ropa en sus manos, era Cristina.

-- Aquí está la ropa Maestra -- dijo mirando a Susana.
-- Dejémosle vestirse tranquila -- le contestó, y ambas salieron. No desaparecieron, pero se movieron tan rápido, que dudo que ojos que no fueran como los míos son ahora pudieran ver más que eso.

Observé la ropa. Era como la de todas ellas, el mismo estilo. Unas botas negras de tacón cuadrado y tachuelas, unos pendientes plateados con una araña colgando con dos diminutos rubíes como ojos, una falda de volantes negra larga, un corsé abotonado bastante generoso de escote, unos guantes de rejilla negros, y unas gafas de sol rosas.

Nunca antes me habría puesto esa ropa, pero ahora, me parecía la más adecuada. Siempre había sido de vestir a la moda, ahora era otra Alice, y era hora de cambiar también eso.

Pero me quedé algo de la antigua Alice. Me quedé mis antiguas sandalias de cuña, que por suerte eran negras también, y el anillo que llevaba en el pie.
Las sandalias, porque eran el estilo de ropa que siempre me compraba cuando me entraba la depresión, "el dolor", y el anillo, porque me lo regaló por mi cumpleaños mi única amiga, y quería recordarla.

Y con la ropa que Cristina había traído, y mis antiguos zapatos, me vestí.
Al colocarme los pendientes recordé que todas llevaban exactamente los mismos, era el símbolo del coven, de mi familia.

Adivinando una vez más mis pensamientos, Susana y Cristina entraron.

-- Tengo sed Maestra -- le dije a Susana, observando, que mi voz también había cambiado. Sonaba dulce, atractiva, melodiosa, como el canto de una sirena atrayendo a los incautos marineros.

-- Lo sé, Cristina será tu madrina, te acompañará a cazar hasta que puedas valerte por ti misma, y hará olvidar a tus víctimas que te has alimentado -- olvidar... eso me hizo pensar en quién sería mi primer alimento.
-- Cuando quieras vamos, sólo piensa la persona, o el lugar, e irás hasta allí. Yo te seguiré -- susurró Cristina.

Me coloqué mis gafas de sol, para que los no iniciados no pudieran ver mis nuevos ojos, y pensé en mi amiga, Patricia.
Y con el pensamiento empezó el movimiento y a una velocidad increíble, de forma natural y automática, empecé a caminar, abriendo las puertas por el camino, hasta la puerta de la casa de Patricia.
Susana me había seguido de cerca.

-- ¿Por qué ella? -- indudablemente sabía de mis recuerdos dónde estábamos
-- Quiero que sea capaz de olvidarme.

Llamé al timbre, y al otro lado de la puerta preguntó una voz -- ¿Quién es? -- Era Patricia, y su voz sonaba diferente, mejor.

Podía oler su aroma a través de la puerta, lo cuál acrecentaba mi sed. Le dije que era yo, y abrió...

-- ¿Alice? ¿Eres tú? ¿Qué te ha pasado? Llamé a tu casa y tus padres me dijeron que te habías largado y no volverías nunca más, y, ¿qué haces vestida así? ¿Quién es esa chica que te acompaña?
-- Déjanos entrar -- susurró Cristina
-- Pasad, pasad, y ahora me lo cuentas todo.

Estaba vestida como siempre, y me fijé en sus sandalias romanas. Allí estaba, el mismo anillo que me había regalado a mi. Verlo me dio fuerzas.

Me acerqué a ella, y acariciando lentamente cada curva de su cuerpo, empecé a besarle el cuello. Definitivamente, ahora también me gustaban las mujeres. Aunque no era sexo, era alimentarme, sobrevivir.

Mordí, y su sangre empezó a fluir, empecé a beber. Aquello era delicioso, un toque amargo, sin lugar a dudas el tabaco, y una pizca ácida, las drogas que habría tomado ese día. Sus recuerdos fluyeron a mi mente, sus sentimientos, y su amor hacía mi. Hacia la antigua Alice, a la que debía olvidar.

Cuando ella ya empezaba a estar débil, yo me sentí saciada. Era automático, instintivo, la deposité en una mecedora y miré a Cristina.

-- Ya está. Por favor, haz que me olvide, y que se deshaga de ese anillo del pie. Su amiga Alice ya no existe.

Cristina me entendió, ya que no dijo nada cuando me alejé hacia la puerta. No quería vérselo hacer, aunque tendría que mirar como lo hacía para desarrollarme, no sería con Patricia. Con ella no.

Al cabo de unos instantes Cristina se separó de ella, y se dirigió a la puerta caminando lentamente, como si fuera una humana más.

-- Está hecho -- dijo cuando me alcanzó, y salió por la puerta.

Me asomé hacia dentro y observé como Patricia lentamente se quitaba el anillo y lo tiraba en una papelera cerca de la mecedora.

-- Siempre te recordaré -- susurré, y cerré la puerta.

La vieja Alice había muerto, y allí, esa noche, en ese lugar, empezaba mi nueva vida.

10 de mayo de 2010

Way to the happiness

The dazzling Sun,
awakes me through the curtains.

Sunday...

I don't want to wake up,
but the nature leaves me with no option.

I incorporate on the bed,
and the mobile rings,
a message,
a friend,
if I want to meet up.

I don't ever answer her,
after what happened,
I don't want to see anybody,
but my own loneliness.

Noise,
voices,
my family is awake.

I don't want their company either,
so I take the first clothes I find,
and go,
ipod in the hand,
without destiny.

I leave through the door,
they call me,
I ignore it,
and continue my way.

The shadows of the trees,
seem huge to me today,
on my way to the station,
I only find sad withered leaves,
cracking under my feet.

Eternal wait for the tube,
despair for upping the wagon,
one, two, three and four stops,
and I go down.

I know the place,
but I walk aimlessly,
wandering,
quickly.

There are no trees around,
just my shadow with me.

The market,
I get between the people,
disgusted by their presence,
pushing and upping,
wishing to get out of there.

A voice,
shouts my name,
that friend,
I ignore her,
I continue upping,
I continue walking,
I continue running,
to some place,
where my disgust stops.

Hours gone,
the Sun amounts its travel in the sky,
and I do not find a goal.

My legs feel the fatigue,
finally,
a bridge,
empty,
high,
noone in the surroundings.

I feel a need,
I up the railing,
extending the arms,
and let the wind,
pat every corner of my body,
on my way to the happiness.

24 de marzo de 2010

Compasión

(Del lat. compassĭo, -ōnis).

1. f. Sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias.

La compasión
la lástima
la pena
vanos cánceres que plagan a esta especie
doblegándola al sufrimiento de los demás
por encima del propio
más allá de la natural y esperada auto supervivencia
nos lleva a cometer estúpidos actos
entregándonos al deseo y la manipulación de terceros
voluntaria o no
que utilizando nuestros sentimientos
confrontándolos con los suyos
consiguen asegurar su supervivencia
a costa de la nuestra
pues no es pecar de egoísmo pensar en uno mismo
sino el instinto más natural que ha de poseerse.
La compasión no es una virtud,
sino un defecto,
una espina clava en lo más profundo de la psique humana
que le aleja del yo
y le convierte en fiel sumiso de la voluntad ajena.

7 de marzo de 2010

Inmortalidad

Me siento a pensar,
observo ante mis ojos el andar de las centurias,
las costumbres abandonadas,
los países derruidos,
los humanos convertidos en polvo.

Polvo son y en polvo se convierten.

Soy consciente de mi inmortalidad,
observo las caras que crucé en mi camino,
las personas a las que le otorgué mi confianza,
aquellas a las que se la retiré.

Pero la inmortalidad...
tiene un precio...
finalmente, nadie queda a tu lado.

Todos perecen o se marchan a otro lugar.

Es el precio inevitable de la inmortalidad.

Pero no es el único precio.
No, cuando no puedes olvidar,
la inmortalidad es una acumulación constante,
eterna, de sentimientos,
tanto buenos como malos sentimientos.

El amor, la alegría,
el dolor, la pena,
un conjunto inacabable de datos,
información, sentimientos.

Inmortal.

Ese es mi precio.

Inmortalidad.

¿Quién quiere compartirla?

21 de febrero de 2010

Desolación, 2ª parte

No se cómo terminará todo esto, pero quizás, será mejor que empecemos desde el principio.

Me llamo Esmeralda, aunque aquellos que una vez consideré mis amigos me llamaban Esmi. Llevo 27 años en el mundo humano, e incontables miles de ellos en mi forma natural. Aunque aún estoy recuperando mis memorias.

Cuando estalló la guerra, o quizás deba decir, la masacre, residía en la ciudad de Madrid, en la zona central norte, dónde trabajaba sirviendo copas en una discoteca.

A la temprana edad de 16 años descubrí la realidad, mi realidad, la realidad del mundo. Descubrí que podía ver la forma real de la gente, las auras como las llamaban los humanos. También podía ver a aquellos seres no encarnados, espíritus, fantasmas, cualquiera de esos términos se les podría aplicar en realidad.

Esa realidad, me asustó más que gustarme. Era una sensación extraña, era como ver a la gente desdoblada, su cuerpo humano, y encima, vaporoso y transparente, su verdadera forma.

Tardé varios años en aceptarlo, y sobre todo, en aceptar mi verdadera forma, la forma con la que me ves ahora. Descubrí, que en realidad, era algo mas alta y esbelta, con los ojos fuertemente achinados, de color purpúreo, con las orejas en una posición más horizontal, afiladas y casi tan largas como la palma de mi mano. La piel era un gris azabache, la cabeza tenía una especia de protuberancia ovalada hacia atrás, mas que ser redonda como la de un ser humano, y de ella me caía una larga melena mezcla de un azul y un blanco muy brillantes, muy eléctricos, formando extrañas lineas en mi cráneo.
De mi espalda salían una especie de protuberancias, como alas, de una composición fina e iridiscente, que cambiaba de color según mi estado de ánimo y la luz que se reflejase en ellas.
Las manos las tenía finas, de dedos alargados, ligeramente palmeados y terminados que parecían garras, o quizás pinchos.
Los pies los tenía muy similares, inclinados, apoyándose solo sobre la parte frontal de la planta del pie, con una especie de sexto dedo, saliendo de la parte trasera, que indudablemente, más le confería un aspecto de garra animal que de pie humano.
El resto del cuerpo era mucho más similar al de una hembra humana, excepto por la total ausencia de órgano reproductor.

Eso me resultó muy curioso al principio, ya que no entendía como podía reproducirse mi raza, sin nada predispuesto para ello. Poco después de ser el objetivo de aquella niña, recordé como lo hacía, algo que ya contaré más adelante.

Descubrí en el mundo muchos seres extraños, algunos de ellos ya descritos por la mitología humana. Siempre pensé que en medio de la fantasía había algo de verdad, y desde aquel día no me quedó duda.

Cómo has podido comprobar, existen los ángeles, demonios, hadas, duendes y todas esas figuras, antaño fantásticas, de los libros mitológicos.

17 de febrero de 2010

El dolor de una despedida

El dolor de una despedida
un adiós nunca dicho
un hasta luego incumplido
lágrimas derramadas sobre un libro en blanco
sueños esfumados
esperanzas arrancadas
arrastradas por el viento
dejadas atrás por tu marcha
destruídos
abandonados
meros deseos convertidos en recuerdos
arrancados del tejido del destino
caídos sobre la arena húmeda.

Un libro en blanco...
dónde plasmar el dolor
y la pérdida.

14 de febrero de 2010

Matta ne loona chan

Las despedidas son odiosas,
dice el refrán.
No sólo odiosas y tristes
sino también acompañadas de esperanza.

Quizás sea estúpida por pensar
que cabe una esperanza de tu regreso
quizás sea idiota por pensar
que cabe una esperanza de que seas feliz
en cualquier caso
¿no sería más idiota rendirme
y pensar que nunca volverás?

Fuere como fuere
siempre quedará el recuerdo
de los meses que han pasado
de la ayuda que me has otorgado
y las sonrisas que me has creado.

Sin ti nada habría sido igual
una compañía maravillosa
una amistad fiel
una persona excelente
que abandona mi camino.

¿Encontraré otro espejito como tú?
El destino es inescrutable
y a la par
irónico y cruel.

Ten mi esperanza
deja que ella te guíe
me basta el recuerdo
de la felicidad que me has dado.

La ilusión...

Mis palabras se enjuagan con las lágrimas de tu partir.

Siempre estarás en mi corazón
Siempre en mis recuerdos
Siempre...

13 de febrero de 2010

Oscuridad, desazón o plenitud.

La oscuridad es un estado
que se alcanza al comprender
la plenitud de la soledad
al sentirse completo y lleno
cuando nadie te da nada.

Es una puerta que no se cierra
un amigo que no abandona
pues es lo que queda cuando todos
te han abandonado.

Esto no es desazón
más es plenitud
calma y quietud.

Un corazón oscuro
sigue sintiendo
pero ya no se hiere
con burdas traiciones
de aquellos que prometen
ofrecerte la luz.

Despreciable aquel que no comprenda
que la oscuridad y la felicidad
de la mano pueden ir
despreciable aquel que pretenda
imponer la luz a la oscuridad.

Pues cuando la oscuridad se va
oscuridad queda
y cuando la luz se va
sólo oscuridad queda
de nuevo.

La plenitud de un alma oscura
la belleza de un corazón herido
no la superan sus falsas promesas.

10 de febrero de 2010

Feliz cumpleaños Sele

Hace mucho mucho tiempo,
en una segunda vida muy muy lejana,
una garrapata se me pegó a la pierna.

Eso fue una primera vez,
que se repitió.

No me arrepiento de tener a esa garrapata,
que me ha demostrado,
ser una fiel amiga.

A pesar de nuestros choques,
y de nuestras decisiones contrariadas,
siempre has estado cuando te he necesitado,
y yo siempre estaré ahí,
para apoyarte en lo bueno y en lo malo.

Trece años cumples ya,
pero no es número de mal augurio,
sino señal de evolución.

Confío en ti,
en la sabiduría que vas adquiriendo,
y en que tus decisiones serán las correctas.

Siempre ahí,
a tu lado,
somos amigas.

Feliz cumpleaños enana :p

22 de enero de 2010

Súplica a mi madre

Oh Gran Hécate
Madre de las brujas
Reina de la Oscuridad
Escucha esta súplica
Que tu humilde hija aclama

Permíteme caminar en estas sombras
Permíteme compartir tu oscuridad
Permíteme ser una con ella
Permíteme llenarla de felicidad
Permíteme guiarla por tu camino
Permíteme ser feliz con ella

Oh Gran Hécate
Madre de las brujas
Reina de la Oscuridad
Escucha esta súplica
Que tu humilde hija aclama