8 de mayo de 2009

Nocturnos pensamientos

Entré corriendo en la casa, cerrando de un portazo la puerta tras de mí, jadeando, histérica.

No podía creer lo que había hecho, cómo había podido llegar a eso.

Me tiré en el sofá y arrastré hacia mi la gran mesa de cristal que tenía en el salón.
Coloqué sobre ella mi bolso, y de él saqué una pequeña bolsita blanca, una tarjeta de crédito y un billete de 20 euros.

Lo deposité con cuidado, justo enfrente mía.

--No puedo creer que haya cometido tal acto.--- Dije para la oscuridad de mi salón.

Abrí delicadamente la bolsita, y comencé a volcar parte de su contenido encima de la transparente mesa. Miré de reojo la cantidad, y sonrío, satisfecha, complacida.

Cojo la tarjeta y con cuidado me dispongo a aplastar los granos gruesos, del pequeño polvo blanco. Terminada la operación, los junto, y coloco, en fila india, como una linea indicándome el camino a seguir.

--Esto es como ir en bici, nunca se olvida.--- Pensé para mi misma

Hacía mucho, no, muchísimo tiempo, que no hacía esto. Años atrás lo hacía a menudo, me calmaba, me relajaba y me ayuda a olvidar el dolor que me consumía.

Un día, dejé de necesitarlo, y dejé de hacerlo. Pero ahora lo necesitaba, después de lo que hice, lo necesitaba con toda mi alma, y todo mi cuerpo.

Enrollé el billete, y colocándolo en mi nariz, inclinado, apuntando hacia esa pequeña línea blanca dibujada sobre el cristal de la mesa, aspiré, con toda mi fuerza.

---Ahora me calmaré.--- Susurré

Sentí como bajaba por mi garganta, el ardor ácido en la nariz, el cosquilleo por la comisura de los ojos.

Me había aplicado el doble, no, el triple, de lo que acostumbraba a hacer antaño.

Me recosté en el sofá, y empecé a viajar, a ver, a recordar.

Me vino a la cabeza, cuando éramos niñas, ella y yo, y corríamos por el patio del colegio, haciendo idioteces y molestando a los chicos.

El beso que le dí por primera vez, en aquella fiesta de nuestra juventud, borrachas, jugando a la botella, y el extraño brillo en sus ojos al terminarlo, sin contar, la cara de extrañeza de nuestros amigos.

---Jajajajaja.--- Reí

Recordé toda aquella época, en la que me alejé de ella, me metí en malos rollos, y en las drogas. Sin embargo, cada vez que tocaba fondo, y fueron muchas las ocasiones, ella estaba siempre allí, para ayudarme.

Nunca olvidaré sus lágrimas, mirándome desconsolada, mientras yo, inmersa en mi adicción, no sabía ni escuchaba lo que me decía.

---Esta mierda es buena.--- Pensé

Aquel maravilloso día, que me dijo, que dejase toda la mierda, que quería salir conmigo, y fue como despertarme de una pesadilla. El colocón, se me pasó de inmediato en ese momento, y fue tan fuerte el abrazo que le dí, y el grito que pegué afirmando su pregunta, aceptando su oferta, que estuvo días con un moretón.

Pero finalmente, apareció en mi cabeza. Lo que hice hace unas horas.

Eché a llorar, tales fueron mis gritos, y mis lágrimas. Mi desesperación. Me consumía. Pensé que me iba a relajar, pero más bien parecía todo lo contrario.

---¿Por qué lloras?--- Escuché, de una voz familiar.

¡No! No podía ser ella.

---Lucy, cariño, ¿por qué lloras?--- Volví a oir.

Debía ser una alucinación. No podía ser cierto lo que mis oídos contaban.
Me levanté, asustada, y me giré lentamente, a buscar, el origen de esa familiar voz, pues ella, no podía ser...

CONTINUARÁ

3 comentarios:

Silver_jupi dijo...

Magnifico.. muy buena historia

Roxio!! dijo...

Pss me has dejado con el misteriOo :S nati por favor!! no tardes en escribir el siguiente capiii, me encantaa (LLL)

Anónimo dijo...

Weeee!!!!! ya me he hecho fan *O* Ya podré saber cuando escribes cosas (aunque tu me avisas de todas formas xDDD)